El hombre que se subió al arco de San Mamés
Hay quien escala rascacielos para lanzarse en paracaídas, o quien se encarama a un puente para acabar con su vida.
Hay quien escala rascacielos para lanzarse en paracaídas, o quien se encarama a un puente para acabar con su vida. En Bilbao, en 1953 un hombre se subió al arco de San Mamés simplemente porque desde allí se veía mejor el partido.
Durante más de 60 años, el arco fue referencia absoluta de la ciudad. El monumento indiscutible del Botxo. Ni la irrupción del Guggenheim le quitó el primer puesto en el corazón de los bilbaínos. Construido en 1952, se convirtió de inmediato en un referente de la arquitectura mundial.
Esta revolucionaria estructura metálica permitía la ausencia de columnas y por consiguiente una importante mejora de la visibilidad. Sin embargo, hubo un bilbaíno que pensó que el arco podría tener otra utilidad y en 1953, en un acto de valentía y temeridad, escaló hasta la parte superior del mismo sentándose en una de las vigas a contemplar el derby contra la Real.
No sabemos si llegó hasta allí a cuatro patas, utilizando una cuerda o gracias a una proeza equilibrista. Lo que está claro es se trata del mejor lugar desde el que nunca nadie ha visto un partido del Athletic.